domingo, 26 de junio de 2011

Profe Payén

Profesor Francisco Payén Sandoval



Su primogénito, el Dr. Hugo F. Payén Izábal, me proporcionó una carta escrita por su puño y letra que dice lo siguiente:

Qué mejor manera de contarles la historia de un emérito maestro formador de generaciones y de un enamorado de la música y del mar. Esta trilogía de aficiones  y gustos marcó el carácter de un niño que vio la luz en un espacio donde precisamente la luz era una guía y señal náutica que protege a los marinos y a sus embarcaciones de los acantilados: el Faro de Cabo Falso, así era el nombre original del faro de Cabo San Lucas. Su padre y su amigo Rafael Sandoval Mantecón, eran fareros; los primeros de Cabo, quienes un 5 de Mayo de 1905 encendieron por primera vez la luz de ese legendario faro, que era parte de un proyecto porfiriano para  apoyar el transporte y comercio marítimo en las costas más remotas del México emergente del siglo XIX. Por la misma profesión de su padre fue llevado de un lugar a otro donde era requerido: de Mazatlán a La Paz y de allí a La Playa, el pueblo al otro lado del Arroyo San José.

Quizá ese ambiente salino de horizontes y cúpulas celestes, tocaron su joven espíritu y su inspiración abrazó la música y encontró en sus instrumentos el sosiego de horas y horas de paz cotidiana logrando dominarlos y transmitir a través de ellos la energía e imagen que lo siguió durante tantos años. Era tanto el compromiso con su afición que falleció el día de los músicos un 22 de Noviembre del 2003. Ya me adelanté en sucesos, pero como siempre, detallaré la biografía del Profe Payén a mi manera, a mi estilo. Aquí cabe la aclaración de que no soy un historiador como lo fueron Pablo L. Martínez y algunos contemporáneos del Profe Payén que aportan datos y fechas exactas de acontecimientos muy nuestros. Afortunadamente, mi estilo abierto me permite narrar algunos otros detalles de los actores principales de esta obra.
Cuando el Dr. Hugo Payén me abrió las puertas de su casa y puso frente a mí el álbum familiar y sacó de su interior los recuerdos maternos y paternos, no pude más que pensar que había tomado la decisión correcta de cerrar con broche de oro las entrevistas e investigaciones sobre familias y personajes para este libro que tienes en tus manos. Así que con esas precisiones voy a entrar en materia para describir el entorno que conocí de la familia Payén Izábal.
Mi primer contacto fue en el barrio El Tildillo hoy centro histórico; allí su casa todavía existe igual que como la conocí. De sus hijos, últimamente he tratado más a Hugo, pero realmente el amigo de infancia y escuela fue Javier Agustín El Javi Payén”, hoy brillante médico. ¡Ufff! Podría contar infinidad de aventuras juveniles, y eso será en otra ocasión
Profesor Francisco Payén y su hijo Hugo F. Payén Izábal en la bahía de La Paz, BCS.

Esa hermosa foto que acaban de ver es una muestra de la pasada juventud y niñez de dos personajes: padre e hijo. Cada uno a su manera deja huella en su terruño.
Definitivamente, el Profe Payén fue un distinguido personaje con una vida intensa, y quien debió ser un músico terminó combinando sus actividades con el magisterio, fungiendo como maestro de primaria, director e inspector escolar. Desde que egresó de la Escuela Normal Rural de San Ignacio como maestro rural en el año de 1941 muchos eventos sucedieron en su vida; comenzó en la Isla Margarita y terminó en la escuela primaria “Gregorio Cruz y Rodríguez”, plantel donde cursé mis estudios y donde conocí al Profe Payén como director. Allí estuvo desde el año de 1954 hasta su jubilación en 1972. Quizá lo más importante en su vida desde el punto de vista familiar para él fue de seguro haberse casado con María de Los Ángeles Izábal Ruiz en diciembre de 1944

Siguiendo con su padre y aprovechando el uso de la tecnología, leerán un texto suyo con parte de su información familiar:

.A su esposa se le conocía cariñosamente como “La Maye” y juntos procrearon cuatro hijos: Hugo Francisco, Eduardo René, Jaime Eliot y Javier Agustín Payén Izábal.
Importantes reconocimientos a su trayectoria recibió el Profe Payén, donde sobresale el de “Forjador de Generaciones” por la Escuela Normal Urbana de La Paz, en el año de 1984, también el de “Forjador del Año” en Mayo de 1997 por parte del Grupo Madrugadores de Los Cabos.

No olvido a ese maestro parado en los Honores a la Bandera, enseñándonos a honrar a nuestro lábaro patrio. Firmes con el pecho henchido de emoción, y con un saludo enérgico y definido. El hombre de familia, el padre, el amigo, el de buena charla, el músico de la orquesta “Hermanos Pérez”, el esposo de la Sra. Maye, el pescador, el enamorado del mar, el de la panga Las Tres Efes y La Fapaiz.
(Pareja de la derecha:) Profe Payén y  La Maye

Su afición por el mar, competía con la música y la combinaba muy bien, siempre bien acompañado con su estimada esposa. La Maye –sin faltarle al respeto- era una dinámica mujer, muy querida en la colonia. Por solidaridad más que por cobrar, recorría los domicilios para inyectar con la misma aguja hervida y ahogada en alcohol a los miembros de las familias enfermas, aplicaba principalmente penicilina. Y ¡vaya que nos conoció a todos las sentaderas! Su hijo el Dr. Hugo Payén, la describe de la siguiente manera:

-          Como todo mundo la conoció, en todos era una persona auto cultivada  al estilo santiagueño; una lectora voraz, de los clásicos literarios, era una gran conversadora. Fue una persona impresionante para todos los que la conocían, era una pueblerina que sólo estudió la primaria, muy amiga de personas como Rosalía de Cota, Doña Otilia la mamá de Héctor Güereña, y de la Profra. Josefina de Pedrín; era una persona muy férrea en sus opiniones y valores, chapeada a la antigua. Era una persona de juicios duros, directa, mucho muy estimada; en El Tildillo la adoraban, muy querida por su trato ya que rascándole un poquito el alma era un amor. En la relación con mi padre, se respetaban mucho; quizá más estricta que mi padre, hacía juicios implacables; cosas que no pasaba su moralidad era real y a la antigüita. De toda su familia de mamá y abuela, respetaba la costumbre de cubrirse la cabeza con velo para ir a misa, era creyente pero no practicante; eso lo heredé de ella, era muy crítica con la iglesia y sus ministros. Era realmente un ser muy especial.
Definitivamente, la imagen de María de Los Ángeles Izábal Ruiz, vive en la memoria de  muchos de nosotros; no olvido los momentos cuando jugábamos fútbol con el equipo de la Secundaría Mijares y ella iba a apoyar a su hijo Javier Agustín y de pasada a los demás del equipo. Era una mujer muy sociable y de ánimo inconfundible. La pareja Payén Izábal hizo amistades para toda la vida con la familia del Profe Fernandito Cota y Flavio Olachea; el mismo Dr. Hugo, me comenta que no entiende cómo fue que no emparentaron con ellos o se casaron con sus hijas, si siempre estaban juntos en sus casas, fiestas y acampados en playas.
Profesor Fernandito Cota, Flavio Olachea Montejano y Profe Payén
Mientras platico con Hugo Payén sobre sus padres y hermanos, no dejo de observar la decoración de la casa; su atenta esposa, la Sra. Martha Cepeda González, nos acerca un termo con sabroso café y una bandeja con pan de la panadería de Don Pila. La conversación amenazaba extenderse un par de horas más. Disimuladamente recorrí con la vista la sala y descubrí por todos lados la influencia de la familia Payén: recuerdos por doquier, fotos de mar y pesca, trofeos y raquetas de tenis, caracoles y muchas figuras de faros. Era aquello un auténtico “collage” de cosas que “El Berra Castro envidiaría. La influencia paterna y culto al recuerdo del Profe Payén, es muy notoria; el primogénito de la familia me lo confirma con las múltiples fotos de su padre en actividades de pesca, en otras toca la guitarra o está con los amigos de toda la vida. Mucha satisfacción expresa en su rostro al contarme lo que aprendió junto al Profe:
-          Desde que recuerde siempre nos llevaba a acampar y a pescar; Semana Santa y vacaciones escolares eran días mágicos de mucha luz, sal en el cuerpo y aromas a mar; no había playa que no hubiéramos pisado. Al aire libre y con horizontes abiertos de cielos azules y noches estrelladas. Eran tiempos de caminos de terracería, de enormes piezas cobradas al mar, de amigos de mi padre y de mi madre; unos maestros como él, otros pescadores. Nos enseñó a pescar, a querer a la naturaleza, nos inculcó valores cívicos, nos enseñó a cocinar el pescado, allí en las improvisadas hornillas de piedra junto al mar. Nos enseñó junto con otros pescadores como Avelino Rochín a comer caguama, cuando aún no estaba prohibido su consumo. ¡Qué platillo tan sabroso! Los caldos de pescado. Conocimos de ellos también los lugares donde se pescaba bien y nunca nos fallaba para presumir a los amigos de cuál sería el platillo marino para el día. Nos divertíamos y nos alimentábamos con sabor; lo mismo una langosta que un filete de pargo o cabrilla. Puedo presumir que me metía a pescar sobre pedido para la cena y esta era abundante. Hoy todo cambió, la depredación y la contaminación han demeritado todo eso, además de que ahora no podemos hacernos en lancha desde cualquier lugar. Hasta las salidas al mar están controladas y qué decir de los accesos a las playas: es una tristeza ver lo que el tan cacareado desarrollo nos quitó.
Al hacerle la observación de que nunca los había visto tocar ningún instrumento al igual que su padre, sonrió reconociendo que efectivamente sólo Jaime Eliot, mejor conocido como “El Jimmy” cantaba por allí con un grupo:
-          Y lo hacía bien, tiene buena voz y sí es cierto, ninguno de nosotros heredó la habilidad de mi padre para la música, y tampoco nos dio por buscarle por ese lado. La familia paterna siempre tuvo músicos e inclusive ahora que nos vamos a reunir la Payenada por primera vez, ¡no vamos a gastar en música…!

El Profe Payén fue parte de la generación de maestros locales, los viejos estuvieron allá en la Escuela Normal Rural de San Ignacio, tales como el Profr. Miguel Angel Romero, Gil Palacios, Conchita Olachea y muchos más. Juntos lideraron esta tierra, eran lo máximo, los líderes de la comunidad, los educadores, los de la Rotonda de los Maestros Ilustres, allí están casi todos.
Al Profe Payén lo recuerdo tan bien, siempre sonriendo y muy platicador; contando anécdotas y con un  amplio repertorio de temas por comentar. Imagino cómo a su apacible temperamento un día todo se le oscureció como si de pronto un eclipse de sol nublara su vida: su querida Maye inesperadamente falleció en un accidente carretero y la depresión apareció en su vida. Fue un duelo que ni su música pudo apaciguar, se fue a vivir a Guadalajara un tiempo con su hijo Hugo y allá buscó el esperado alivio a su pena; cuando regresó a su tierra de azules mares y cielos ya no fue el mismo. Esto último es sólo una apreciación personal pero puedo asegurar que mucho le hizo falta esa alegre e inseparable mujer en sus últimos años de vida.
Sin embargo, al final de su ocaso se sentía satisfecho y orgulloso de lo que había hecho en su vida; él mismo lo dice en una carta que dejó:
“Me siento feliz de haber sido maestro de importantes ciudadanos cabeños como Eduardo Ruiz Castro, Jacinto Rochín Pino, Ernesto Aragón, Alberto Gerardo Aripez, entre muchos más”. (…) “siempre
me sentiré feliz con mi suerte, pues con el favor de Dios y la ayuda de mi esposa (q.p.d.) se logró que nuestros cuatro hijos se prepararan para hacer una carrera y ser útiles a la patria”.







2 comentarios:

  1. En la medida en que un escritor tiene lectores permanentes y otros nuevos que llegan a sus paginas, está estableciendo ese enlace.

    Siempre he creído que la literatura tiene un peso específico en las sociedades.

    Rene Olmos Montaño, Felicidades por tú trabajo incesante de investigación histórica social y cultural, llevándola a cabo con esa pasión que te caracteriza.

    Como dice Alejandro Jodorowsky en su ensaño,

    http://planocreativo.wordpress.com/2011/06/11/alejandro-jodorowsky-%C2%BFpor-que-es-tan-importante-la-genealogia/

    El cual te recomiendo.

    Jodorwsky, remata, !No podemos comprendernos sin conocer las generaciones anteriores¡

    Te comento, que me paso al investigar a mi pariente, Margarito Sandez Villarino, de quien no existe referencia alguna en la internet, libros, o cualquier documento de su prolifera producción poética, que se conserva en la memoria colectiva. Por cierto el Sr. Hector Green Araiza me debe algunos.

    Gracias por regalarnos, a nuestra conciencia colectiva, esa imborrable huella Josefina, que deja el Profr. Payen, hombre probo, integro, entusiasta, alegre e imaginativo.

    Enhorabuena por tu afortunada y fructífera producción.

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  2. Estimado Rene Olmos Montaño:

    Ha continuación me permito transcribir el mensaje de mi amigo Rogelio Almaran Barragan; originado el mismo en respuesta al envio de tu semblanza del Profr. Francisco Payen Sandocal. Misma que a la letra dice:

    Querido hermano Raúl,

    Gracias infinitas por ese paseo por las nubes del recuerdo y, sobretodo, por la fotografía de Fernando, Flavio y Francisco, precisamente en "La Tres Efes", panga que me prestaron, junto con Fernando Cota Bertín, para durar un mes de pesca y sobrevivencia en la Playa de Palmilla, en la choza de varas que allí tenían, allá por los años de 1962 ó 63.

    Leí con avidez la historia del Profesor Payén, aclarando que uno de sus descendientes fue mi compañero en la Escuela Normal de La Paz, en mi generación 62-65

    También se menciona al Profesor "El negro" Rochín Pino, de La Playita, cercana a San José, que fue también mi compañero de generación, portero de la selección de futbol de la Normal, de gloriosas batallas (recuerdo el encuentro contra un equipo de segunda división de Alemania que viajaba en un barco llamado el "Adolf Winnen", atracado en el puerto, que retó al mejor equipo de futbol de la localidad, que en ese entonces era el de la Normal, para un encuentro. El trofeo fueron seis balones de material sintético, los primeros que vimos en México, que estuvieron como orgullosa muestra de nuestro triunfo en las vitrinas de la Normal por muchos años. ¡Les ganamos 3 a 2! Nuestro portero, el "Negro" Rochín Pino, que entró como emergente, sustituyendo a otro compañero del que sólo recuerdo llevaba el apellido Gajón.

    ¡Tiempos aquéllos, Raúl, en que se forjó mi inquebrantable amor por la Península de nuestra Baja California!

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