Cuando pregunto a los cabeños, ¿qué disfrutaron a plenitud de los tiempos pasados?, me dicen que el aire les traía la brisa con olor a mar, olia a algas marinas, olia a limpio, que en las casas y huertos la fruta fresca madurada en los brasos del verano.. Y hacía menos calor, porque hoy en día el cemento y el asfalto calientan más el ambiente. Los vendedores ambulantes que comercializaban los productos del campo y del mar tocaban nuestras puertas, y por nuestras calles circulaban los rancheros con sus caballos y el único olor a estiércol era precisamente los que las vacas o caballos dejaban a su paso -pero no apestaba, como ese olor tan desagradable que emana de las aguas residuales y que contaminó aquel majestuoso espejo de agua que era el Estero, con un escenario color esmeralda donde convivían cientos de especies marinas y aves migratorias. En esos años la naturaleza nos brindaba más diversión que la que actualmente encuentran los jóvenes. Para los que nacimos en esos años y nos gusta la música de del grupo Maná, identifico unas de Sus canciones y entonces me pregunto: ¿dónde jugarán los niños?... Dónde diablos jugarán los hijos de mis hijos, con tanta destrucción ambiental en Los Cabos
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