viernes, 26 de agosto de 2011

Abelardo Rodríguez


Abelardo Rodríguez
Platicando con Cristina Rodríguez de Bataglia sobre su padre, le digo: “Si algún día pensara escribir una novela de aventuras, o hacer un guión para una película, definitivamente tomaría la biografía de Abelardo Rodríguez Montijo. Es una persona que tomó altura y  planeó su estilo de vida desde su avión. Observó la Baja California con  las bellezas del mar y la tierra que se fundían en el horizonte en un solo abrazo; un mar translúcido empapado de sol. Desde ahí,  percibió  lo que nadie había visto: el éxito de la hotelería. Así, remontándonos a los años ’50, sobre los aires vemos un intrépido y aventurero piloto recorriendo la zona, construyendo pistas de aterrizaje en lugares remotos hermosos y desconocidos. Abelardo mismo, en sus comentarios, reconoce que en esos años era una locura. Pero… ¿Quién no ha sido tratado de loco y tonto? -como él mismo nos lo dice: “Me tacharon a mí”-, cuando se emprende un negocio que nadie ha hecho. Para eso se requiere de un  carácter recio y mucha sensibilidad para involucrar en su proyecto a personajes de la vida pública y  privada. Unos para facilitarle las autorizaciones y tratos de compraventa, y otros, al convencerlos para acudir a sus hoteles a disfrutar de este paraíso, del mar, del sol  y su pesca. Sólo un líder con los tamaños de Abelardo pudo haber hecho lo que hizo. Su idea fue excelentemente bien captada por su familia, amigos y trabajadores para que juntos hicieran grande esta tierra  de esperanza. Esta categoría de empresas obligan a trabajar con el ejemplo y dinamismo, y Abelardo lo hizo ayudando a la construcción de sus hoteles, abasteciendo y descargando víveres y materiales, transportando huéspedes. El empresario aviador era incansable. En sus 25 años de volar  largos trayectos sin escala desde Los Ángeles y San Diego a sus hoteles, en ocasiones hasta dos veces por día, presume que jamás tuvo accidente o rasguño alguno; acaso algunos aterrizajes de emergencia,  por falta de gasolina. Heredó el carácter de su padre, el general de división Abelardo L. Rodríguez, de quien sobresale entre sus antecedentes, el gran hecho de haber sido presidente de México, y quien al lado de su madre Luisa Montijo, lo vio nacer un 23 de Octubre de 1918 en Oakland, California. Con el tiempo, al crecer, su inquieta juventud lo lleva a la California Air Academy donde se gradúa de piloto en el año de 1939, llegando a ser instructor de vuelo, capitán de la Fuerza Aérea Inglesa, piloto de prueba de nuevos aviones y termina como capitán de la Fuerza Aérea Mexicana, donde solicitó su baja para seguir con sus torneos de velocidad y acrobacia. A partir de 1949 inicia su aventura en estas tierras cuando el general Agustín Olachea, gobernador del Territorio, lo invita a organizar un transporte aéreo de productos agrícolas hacia Estados Unidos consistente en verduras frescas producidas en otoño e invierno. El lugar propuesto está en la zona de Los Planes, a unos kilómetros de la ciudad de La Paz, muy cerca de donde descubriría el rancho “Las Cruces”, su primer hotel, que compra adquiriendo en ese trato 960 hectáreas.  Así, teniendo en sus manos una zona de playa con abundante pesca, construye en 1950 sus primeros diez cuartos de hotel.  Confirmando los buenos resultados y  el potencial del turismo, recorre nuestras costas y selecciona entre las más bellas: Los Frailes (Lagunitas), Punta Palmilla, Cabo San Lucas y Todos Santos. Lo Primero que hacía era  comprar  para hacerse dueño y procedía a construir su pista de aterrizaje para empezar con sus proyectos. En sus palabras nos señala: “Cuando llegué en 1949, parecía que estos lugares no querían ser interrumpidos por el progreso, tirados  al sol… tostándose. En el año de 1952 San José tenía menos de siete mil habitantes y San Lucas unos cuatrocientos”. Sin embargo para Abelardo Rodríguez,  la tentación de estos bellos y virginales lugares fue mucha. Así que en el año de 1956 inaugura el Hotel Palmilla y posteriormente en 1962 el Hotel Hacienda en Cabo San Lucas, inmuebles que encendieron la chispa y crearon los precedentes del emporio que hoy vemos construirse día a día. Don Abelardo, con el respeto que se  merece, desde el año de 1949 hasta 1988  género infinidad de empresas y negocios ligados a la aviación comercial y al turismo. Hoy se mantiene activo, gozando de buena salud; viviendo en Rancho Santa Fe, California, y continuamente viene a pasar largas temporadas en su Hotel Rancho Las Cruces donde todavía a sus 88 años volaba su avión ultraligero. Y si vamos a sintetizar su vida, reconozcamos al piloto aviador, al agricultor, al arquitecto, al promotor, al administrador, al ejemplo para los empresarios. Imaginémoslo en aquella época de glamour, bohemia y romanticismo  de los años 40 y 50, en donde  en el año de 1948 se casa con Lucille Bremer, estrella de Hollywood, compañera y promotora  inseparable de todos sus proyectos. Matrimonio del cual surgieron sus cuatro hijos Cristina, Karen, Abelardo y Ricardo. Cristina fue nuestro enlace con su padre en esta biografía. Ella siempre se ha distinguido por ser su admiradora número uno. Fue quien nos proporcionó datos, fotografías e información privilegiada. Se hincha de orgullo al platicar sobre su niñez y años compartidos con su padre; de la añoranza de aquellos días y años de formación que le permitieron disfrutar la gerencia  por ocho años del Hotel Palmilla que construyó su padre  hasta 1984 en que fue vendido. Entre los documentos que mostró, encontré algunas declaratorias y frases acuñadas por su vasta experiencia que vale la pena compartir: “La experiencia nos ha demostrado que el hombre puede hacer de su vida lo que él elija. No se necesita mucha inteligencia, para hacer cosas importantes y útiles. Nadie debe sentirse intimidado por personas con aparente mayor poder o conocimiento, y para tener éxito en la vida, sólo se necesita formular una meta y seguirla con determinación y firmeza”. Con palabras certeras y con sus reflexiones que no pierden vigencia, nos reseña: “Sé que sin el apoyo del gobierno no hubiera sido posible la introducción de servicios públicos y  el desarrollo de estas tierras, pero también debemos de reconocer, que el tiempo cambia nociones y  principios que producen corrupción. Sin embargo, es nuestro deber como ciudadanos estar siempre vigilantes del aumento de las atribuciones políticas en la vida privada; muchas veces las acciones burocráticas atentan contra la  libertad de la empresa y de las personas al aumentarse injustamente los trámites y los  impuestos”.  Finaliza diciendo que la vida lo premió con una bonita familia; que ha sido una persona de resultados en más de 35 años que tuvo la oportunidad de convivir con los cabeños. “Hoy a más de cincuenta años de mi plática con el Gral. Agustín Olachea, quien tomándome de un brazo me dijo: ‘oye Abelardo, ya tienes más de dos años de jugar con tu avión, todo mundo ya comenta que eres una persona interesada únicamente en los placeres de la vida. ¿Cómo puedes vivir una vida tan frívola, sabiendo que tu padre fue presidente de la república? ¿Que no te da vergüenza?’. Le contesté: Sí, mi general; sí me da mucha vergüenza, pero me la estoy aguantando”. De esas ocurrencias ante un señorón, como lo fue el general Agustín Olachea, quien se rió a carcajadas; de esa platica, mi vida dio un giro y puedo decir con satisfacción: “Vida todo te debo, todo me lo diste; gracias por permitirme vivir y poder platicar mi historia con orgullo y con la frente en alto”.
Al transcribir estos años de vida y  al calificar la vida de alguien, lo hago basándome en múltiples parámetros: originalidad, imagen, productividad, familia, ideas, su ubicación en el espacio y tiempo, y si veo que es un ejemplo, con emotividad trato de transmitirlo a ustedes, mis  lectores de estas líneas.
Sin ningún interés personal y de esos tiempos de Abelardo Rodríguez, recuerdo de mi niñez, su avión volando por encima de mi pueblo y el traquetear del motor del pozo ubicado en la huerta junto al Estero bombeando agua al Hotel Palmilla y que durante tantos años  fue operado por Don Chepo Cota. Tiempos jóvenes en lo personal; nacimos juntos, me refiero al tiempo nuevo del surgimiento de la hotelería y del turismo en Los Cabos. El responsable de este trascendente acontecimiento fue Abelardo Rodríguez Montijo.

2 comentarios:

  1. Mi reconocimiento y admiracion a Don Everardo Rodriguez. Por su gran vision y gran empresario En Paz Descanse.

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  2. Las historias de ensueño, cuando algo va a suceder, simplemente sucede, así los cabos.

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